(Extracto) – Fuente: The International Literary Quarterly (interlitq.org)
“Desde la Trinchera”, escuchemos a los psicoanalistas, con Luciano Lutereau.
SERIE: DESDE LA TRINCHERA
¿Cómo vivís estos días de aislamiento social?
Al principio me afectó el encierro. Me inquietó el ambiente social, la paranoia colectiva, el malestar que, en mi caso, no se jugó tanto en relación con el contagio, sino respecto de la hostilidad circundante. Me dan miedo la insensibilidad y la deshumanización. Por suerte hoy creo que la situación es otra, que hay más conciencia de cuidado y esto da la chance de bajar las defensas, ser más hospitalarios, recuperar el sentido común.
Frente a esta situación de incertidumbre y #YoMeQuedoEnCasa ¿pensás que estamos perdiendo nuestros derechos individuales?
No. En realidad no pienso en esos términos. Quizá por defecto profesional, ya que mi eje de análisis está en el psiquismo. En todo caso, desde este punto de vista puedo decirte que me asustó la moral de sometimiento que se implementó, no por los efectos de la consigna, sino por el modo en que se interpretó: literalmente, sin tener cuenta los matices y las variaciones que tiene el cumplimiento de una norma. Es comprensible, cuando el miedo cala hondo, se pregunta hasta lo inaudito, por ejemplo, si me corto un brazo puedo ir a una guardia. Por suerte, como te decía, esa etapa ya pareciera haber pasado, aunque ahora nos tocará pensar cuáles son las consecuencias subjetivas de la cuarentena.
¿Qué opinás de las medidas que está tomando el Gobierno?
Las comparto en un sentido general, aunque me gustaría que se preste más atención a la salud mental. Entiendo que no es fácil, ya que la salud mental implica tener que pensar en las diferencias, en la singularidad de las subjetividades; pero tampoco me gusta mucho cuando escucho a un infectólogo hablando de sexo virtual. Es un caso aislado, ya sé, ¿qué otra cosa podía contar el tipo más que su fantasía? Pero si ahora estamos en un tiempo de la cuarentena en que surgió la pregunta por el erotismo, que tomen la palabra quienes trabajan con eso, es momento entonces de escuchar a los psicoanalistas. No porque sepan de sexualidad, sino porque pueden escuchar eso que justamente es singular y no se puede reconducir a una norma, eso que no se deja domesticar con una moral.