“…Soy profundamente latina, tanto en mis pensamientos como en mi actuar…”. Entrevista a Marisa Herrera.

(Extracto) – Fuente: The International Literary Quarterly (interlitq.org)

“…Soy profundamente latina, tanto en mis pensamientos como en mi actuar…”. Entrevista a Marisa Herrera.

SERIE: VOCES DE AMÉRICA LATINA

 

En el camino que fuiste transitando durante tu carrera ¿podrías reconocer cuáles fueron tus aciertos y cuáles tus errores?

Desde una primera lectura en clave introspectiva y sin ánimo -aunque con cierto temor- a caer en un “lugar común”, se podría sostener que los errores también forman -en algún sentido- de los aciertos por el aprendizaje que conlleva. ¿Seríamos lxs mismxs si no hubiéramos tomado consciencia de los errores? ¿Es posible que haya errores que en su momento no fueron visto como tales y que con el tiempo -tiempo que aún no habría llegado- se los observara como tales? ¿Cuántos errores vistos como tales fueron hábiles para su reconversión en aciertos o, al menos, para tomar otros rumbos que hoy podrían ser entendidos de ese modo? Es en este marco crítico e interpelativo signado por la profunda interacción entre errores, aciertos y aprendizaje que ensayaré una respuesta plausible, siempre de carácter provisoria por esa posible reconversión futura.

Para alguien un tanto autoexigente que suele pensar y preguntarse más por lo que falta, lo que no se pudo y el camino por recorrer, me resulta más sencillo comenzar por los errores que involucra también a los silencios u omisiones. En esta lógica, el primer error cometido -que lo suelo explicitar en alguna que otra charla con estudiantes de derecho organizadas en su mayoría por agrupaciones estudiantiles- es el no haber militado en mi época de estudiante. El no haberme animado a colaborar en generar debates tan necesarios en un ámbito aún tan reaccionario, conservador y machista como lo es la Facultad de Derecho de la UBA; como lo son en general, las facultades de derecho.

En el plano más personal, hay ciertas características que pueden ser vistas como errores y virtudes -más que “aciertos”- a la par, como ser el “romanticismo” y el “apasionamiento desmedido. El primero, porque sigo creyendo que las instituciones pueden cambiar para bien, observo otras lógicas horizontales y sororas y después me doy cuenta que son infinitamente más patriarcales y expulsivas de lo que creía y, a pesar de ello, no me resigno a creer que pueden modificarse aunque sea de a poco, como parte de un proceso cultural de largo aliento y que si nunca se empieza o al menos se libra batalla hacia ese camino, jamás vamos a lograr que los cimientos se muevan, se deconstruyan y reconstruyan bajo otras lógicas absolutamente diferentes. El segundo, trae consigo la dificultad de poder evaluar y/o medir las consecuencias de ciertas decisiones, acciones u objetivos y, a la par, es lo que ha permitido mostrar con orgullo que le he puesto cuerpo, cabeza y corazón a varios debates que han sido centrales en la ampliación de derechos, es decir, en la inclusión de colectivos sistemáticamente discriminados o reformas legislativas que se han animado a poner en crisis el nudo gordiano de las desigualdades de género como son las relaciones de familia.

Un claro acierto -sin reconversión ni duda- es el haber renunciado al Poder Judicialpara terminar mi tesis doctoral gracias a una beca de la UBA, requisito ineludible para el ingreso a la Carrera de investigador(a) del Conicet en el 2007. Es que para dar ciertos debates y librar ciertas luchas hay que ser libre; este elemento jamás hubiera sido posible si permanecía en el Poder Judicial o me hubiera dedicado al ejercicio de la profesión que se está condicionado también por estar “del otro lado del mostrado” como se dice en la jerga popular, pero vinculada en definitiva “al mostrador” con lo que eso significa.

Si tuvieras que definirte ¿te identificas más como latinoamericana o como ciudadana del mundo?

Ni lo dudo, como latinoamericana. Me genera una satisfacción enorme definirme como latinoamericana, no por nada uno de los libros que marcó mi paso por la secundaria ha sido la obra maestra del recordado Galeano “Las venas abiertas de América Latina”. Soy profundamente latina, tanto en mis pensamientos como en mi actuar. Por algo siempre me generaba una extraña mezcla de bronca y pena ir a algún restaurante o “market” que está abierto las 24 horas en Nueva York -lugar al que he ido tantísimas veces porque mi hermana vivió allí por 25 años y hoy está de regreso- y atendía un latino -por lo general, mexicano- le hablaba en español y hacía ver que no me entendía. Me daba ganas de decirle: “Por qué escondés y renegás de tus orígenes, no te das cuenta qué forma parte de nuestra identidad, que es de las mejores cosas que tenemos, compartimos y nos une”. En todo caso, podría ser perfectamente una ciudadana del mundo mostrando con orgullo que soy latina.

¿Qué debería aprender América Latina de los Estados Unidos y qué debería aprender Estados Unidos de América Latina?

Qué difícil para responder en unos pocos párrafos. Acá sí que se juega el poder de síntesis con contenido. Voy por lo segundo porque me resulta más fácil señalar alguna de las tantas cosas que debería aprender Estados Unidos de América Latina. La espontaneidad. En general, la psico-socio-cultura yankee es más rígida, calculadora, estructurada y fría. Desde agendar con semanas de anticipación para poder ir a cenar con amigxs, hasta la imposibilidad de sacarle el pepino a la hamburguesa porque no saben como cobrártela; por decir, dos situaciones de la vida cotidiana que marcan un estilo que, en mi opinión, los aleja o atemoriza de animarse a la riqueza (término que reconceptualizo en clave afectiva en vez de económica tan propia de ellos) y la profundidad que significa sentir y transitar las relaciones sociales desde un lugar más apasionado y espontáneo.

Ahora vamos con la inversa. Qué debería aprender América Latina de Estados Unidos. No dejarse someter. No ser objeto de opresión; como así tampoco oprimir, ahogar, esclavizar, muy propio de una de las primeras potencias mundiales.

¿Considerás que América Latina sufre una secular explotación desde los tiempos de Colón hasta el presente y tiene las “venas abiertas” como refiere Eduardo Galeano en una de sus obras?

Juro que después de contestar la pregunta que se hizo más adelante advertí que aquí también se alude a ella. La dejo porque mi respuesta y, en especial, la anécdota es genuina y como tal, entiendo que debería quedar así. Justamente, por lo que se viene diciendo y citando la misma fuente de imaginación y comparación literaria, mi respuesta es absolutamente positiva. Como se dice, como muestra basta un botón. Cómo se extrañan esos pequeños/grandes gestos como fue el discurso del ex presidente Néstor Kirchner ante George Bush diciéndole NO al Alca… no por casualidad hace poco, el actual presidente Alberto Fernández recordó la Unasur y esa ¿utopía? de una gran “Patria Grande”. Esto se podría resumir en dos palabras claves, elocuentes e interdependientes: SOBERANIA y LIBERTAD.

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